Jeanne d´Arc (1412-1431) heroína y santa francesa. Ardientemente religiosa, con trece años empezó a oír voces, que ella creía de origen divino, que la urgían a liberar el país de la dominación inglesa. Con diecisiete años consiguió del Delfín de Francia un pequeño contingente de tropas con el que obtuvo una serie de éxitos que iniciaron la derrota de las fuerzas inglesas. Fue hecha prisionera de los ingleses y, acusada de hechicera y hereje, condenada por la Inquisición a morir en la hoguera. En 1920 sería canonizada.
A petición de PanOceanía, el Proyecto “Doncella de Orleans” fue desarrollado por ALEPH para crear un líder militar que pudiera inspirar a las tropas en lo más duro del combate. Se precisaba alguien carismático, capaz de dar la vuelta a una situación adversa, simplemente basándose en su propio coraje, arrebato y fogosidad. Los analistas panoceánicos se percataron de que determinadas tropas de origen cristiano, responderían muy favorablemente a una personalidad de tal carácter. Al recrear a la Doncella se procuró dotarla de una mayor capacidad táctica que su original y fue sometida a un riguroso entrenamiento bélico-religioso siguiendo las pautas de las Órdenes Militares panoceánicas. Al final de este período, ingresó en la Orden Hospitalaria, donde tendría que ganarse el respeto de sus hermanos con tesón desde el grado más bajo de la Orden, ascendiendo durante las Escaramuzas Ventisca contra Yu Jing en Svalarheima. Cuando se declaran las Guerras NeoColoniales, Juana de Arco es ya Hermana-Oficial de la Orden Hospitalaria, siendo trasladada a la Orden de Santiago para la defensa del circuito Marte-Saturno. Al final de este servicio, la Doncella ya es una leyenda viviente, y los soldados panoceánicos se muestran orgullosos de haber servido con ella. Se le encomienda la defensa de Neoterra para calmar a las masas durante los reveses de la campaña aeroespacial de la Línea Divisoria. Sólo los rumores de su llegada a una línea de frente son suficientes para elevar la moral de las tropas y lograr que cumplan misiones irrealizables. Bajo su mando, los hombres lucharán hasta el final, con mayor ferocidad, valentía y fuerza que cualquier tropa que se haya visto en un campo de batalla. Su presencia en un combate es señal inequívoca de victoria. Juana está tocada por la mano de Dios. Sus ojos son como dos carbones ardientes y su voz como un huracán. Toda su figura encarna el concepto de aura de carisma y poder, es la madre-guerrera de los soldados panoceánicos, las mujeres la admiran y todos los hombres la aman.